Lo único que nos diferencia a los animales es el poder del habla y la comunicación, el lenguaje, pero resulta que todo lo que transmitimos las personas no sucede solo por el habla, sino por los gestos. De hecho está comprobado que el 90% de lo que comunicamos lo hacemos a través de nuestra postura, de los gestos, de nuestra imágen y sólo un 10% representa lo que decimos verbalmente o por escrito.
La postura de un hombre nos habla de su pasado. La sola posición de sus hombros nos da la pauta de las penurias sufridas, de su furia contenida o de una personalidad tímida. En centros de investigación como el Instituto Esalen, se considera que algunas veces los problemas psicológicos personales coinciden con la estructura corporal.
Cuando una mujer atraviesa un largo período depresivo, su cuerpo se descontrola, los hombros se encorvan bajo el peso de sus problemas. Tal vez desaparece el motivo de su depresión pero la postura se mantiene igual, algunos músculos se han acortado, otros se han estirado y se ha formado un nuevo tejido conjuntivo. Debido a que su cuerpo aún continúa agobiado, sigue sintiéndose deprimida. Es posible sin embargo, que si su cuerpo pudiera re-disciplinarse y volver a su equilibrio adecuado, mejorarían también sus condiciones psíquicas. Estas teorías forman parte de la Medicina psicosomática, que señala que el estado del cuerpo afecta al de la mente, y viceversa.
La postura no es solamente una clave acerca del carácter; también es una expresión de la actitud. En efecto, muchos de los estudios psicológicos realizados sobre la postura la analizan según lo que revela acerca de los sentimientos de un individuo con respecto a las personas que lo rodean.
La postura es el elemento más fácil para observar e interpretar dentro de la comunicación no verbal. Las posturas constantemente nos envían señales y mensajes sobre los juicios, opiniones y sentimientos de una persona, con respecto a una situación u otra persona.
El 90% de nuestra comunicación es no verbal, puro lenguaje corporal. Esto es un análisis sobre los gestos que generamos las personas, que nos sirve como herramienta para lograr entender los pensamientos y emociones:
Gesto de acariciarse la mandíbula:
Toma de decisiones
Gesto de entrelazar los dedos:
Autoridad
Gesto de dar un tirón al oído:
Inseguridad
Gesto de mirar hacia abajo:
No creer en lo que se escucha
Gesto de frotarse las manos:
Impaciencia
Gesto de apretarse la nariz:
Evaluación negativa
Gesto de golpear ligeramente los dedos:
Impaciencia
Gesto de sentarse con las manos agarrando la cabeza por detrás:
Seguridad en sí mismo y superioridad.
Gesto de inclinar la cabeza:
Interés
Gesto de palma de la mano abierta:
Sinceridad, franqueza e inocencia.
Gesto de caminar erguido:
Confianza y seguridad en sí mismo.
Gesto de ararse con las manos en las caderas:
Buena disposición para hacer algo.
Gesto de jugar con el cabello:
Falta de confianza en sí mismo e inseguridad.
Gesto de comerse las uñas:
Inseguridad o nervios
Gesto de la cabeza descansando sobre las manos o mirar hacia el suelo:
Aburrimiento
Gesto de unir los tobillos:
Aprensión
Gesto de manos agarradas hacia la espalda:
Furia, ira, frustración y aprensión.
Gesto de cruzar las piernas, balanceando ligeramente el pie:
Aburrimiento
Gesto de brazos cruzados a la altura del pecho:
Actitud a la defensiva.
Gesto de caminar con las manos en los bolsillos o con los hombros encorvados:
Abatimiento
Gesto de manos en las mejillas:
Evaluación
Gesto de frotarse un ojo:
Dudas
Gesto de tocarse ligeramente la nariz:
Mentir, dudar o rechazar algo.