Cada vez que pienso en resolver un problema se me viene a la mente la imágen de un árbol como este:
Imagino que la raíz del problema puede ser tan compleja como sus consecuencias y que, en la medida que no lo resolvamos a tiempo, no solamente crece el problema sino que sus orígenes se complejizan.
Si bien no es una analogía muy ecologíca para los tiempos de hoy, «resolver un problema es como desplantar un árbol».
No hay que pensar en las consecuencias del problema para resolverlo, sino en sus causas, en sus raíces. Un problema grave no es el que tiene consecuencias terribles sino el que posee raíces difíciles de neutralizar.
Un problema con muchas consecuencias (un árbol con muchas ramas) puede poseer una raíz pequeña y puede ser fácil de resolver. De la misma forma una raíz muy grande puede dar como resultado un problema pequeño o con consecuencias poco serias.
Cuando pienso en problemas pienso en un árbol cuya raíz crece con el tiempo y cuyas consecuencias se complejizan.
Cuando pienso en problemas pienso en un árbol por temporadas, donde a veces tiene más ramas y hojas y donde a veces es prácticamente raquítico. Sin embargo y a pesar de la imágen de sus ramas y hojas, la raíz siempre crece y cada vez, cada segundo que pasa… se va haciendo más fuerte.
Cuando pienso en resolver un problema imagino la diferencia entre podar las hojas de un árbol y extraerlo de raíz.
Cada vez que veo un árbol con grandes raices me imagino lo dificil que puede llegar a ser «resolverlo»… también se que hay árboles que se caen solos, por cuestión de tiempo.
Cuando percibo un terreno disonante imagino que es ideal para sembrar grandes árboles de gigantescas raíces y que si el terreno es discordial, los árboles practicamente nacen solos… como una plaga.
A veces pienso que soy un leñador en busca de grandes raíces, porque en mi analogía no tolero las hojas y ni un poquito de sombra.
En mi analogía hay empresas con grandes bosques y pocos leñadores, algunos jardineros que podan e incluso dan forma simpática a las ramas.
En fin… tenga cuidado con sus jardines y mantenga siempre afilada el hacha y recuerdo que no hay que juzgar a los árboles por su copa sino más bien por sus raíces.