Pensar en buenas ideas muchas veces puede ser engorroso. Sobre todo porque a la hora de encarar un nuevo negocio, nos encontramos con que ya está todo inventado. Por lo tanto, debemos ser más creativos, más avanzados, más complejos con nuestros pensamientos y deducciones. Inventar lo «ininventado», crear lo jamás creado y así diferenciaros. Pero, ¿es ésto tan cierto y efectivo?

La simpleza de las ideas es una característica tan difícil de obtener, como efectiva. Lo simple, fácil de entender y lógico y es lo que provoca en los consumidores esa sensación de «¡Qué buena idea! ¿Cómo no se le ocurrió a nadie antes?» y esa fascinación encaja perfecto con la devoción por la compra y la aceptación de la marca.

Ideas simples y brillantes como colgantes para pendientes de Nikolis Group, en donde se plasma la creatividad de manera simple en un producto ya inventado, como los pendientes. El poder de lo simple en su máxima expresión. Fácil de hacer, fácil de producir, fácil de vender, fácil de enviar, fácil de stockear, fácil de entender y fácil de enamorarse. Simple y fácil, doble galardón para una idea creativa.

En creatividad, menos es más. Sí, vuelve a leer éste concepto que representa todo. Menos es más. ¿Qué es menos? simple, rápido y fácil.

Pero crear algo simple, no es una tarea sencilla. Requiere de un entrenamiento en técnicas de creatividad, práctica y autocontrol de pensamientos. La clave: no pensar de más, sino todo lo contrario, pensar de menos o no pensar.

Estas ideas simples nacen de un proceso complejo a nivel neuronal en donde nuestro cerebro trabaja en forma subconsciente, alcanzando su máximo potencial. Son esas ideas que surgen en la ducha mientras nos bañamos, en el auto mientras manejamos o en algún momento en el cual nuestro cerebro consciente está ocupado en una tarea específica y el nuestras neuronas comienzan a trabajar sin que nos demos cuenta.

El proceso es completo, pero es tan simple como no pensarlo. Solo debemos dar a nuestra mente toda la información necesaria para que, casi en piloto automático, las interconexiones neuronales vayan analizando en silencio, comparando, creando y elocurando las ideas más brillantes y simples que podríamos imaginar.

Es por eso que el proceso creativo se compone de un modelo consciente y un proceso inconsciente, que conviven a la hora de crear. Exponer el problema o el desafío de forma detallada y correctamente, con la mayor cantidad de datos posible, es casi el 99% del proceso. El 1% restante (la afloración de la idea) viene como consecuencia de haber hecho muy bien el primer paso. Por lo tanto, aprovechar el tiempo para describir de la mejor manera posible el problema que nuestra idea debe resolver, suele ser el paso más importante en cualquier proceso creativo.

Ayudamos al proceso con algo de orden consciente, escribiendo todo aquello que se nos ocurre, dándonos feedback a nosotros mismos y volviendo a crear sobre lo creado, hasta que lo simple resplandece como el sol en un amanecer: imponente, brillante, puro, natural, cálido y reparador.